LA ERMITA DE SAN MIGUEL EN CONIL.
Breve recuperación histórica de la actual capilla del Espíritu Santo.
En 1586 el matrimonio conformado por Antón Manuel y Leonor Gil mandó construir la actual capilla del Espíritu Santo para el descanso eterno de sus cuerpos como así constaba en una placa pétrea hoy desaparecida.
El solar fue donación de don Alonso Pérez de Guzmán, VII duque de Medina Sidonia, a don Antón Manuel, regidor del cabildo municipal y capitán de las milicias.
Treinta y ocho años después, el 19 de noviembre de 1624, el escultor Francisco de Villegas firmó junto al mayordomo y hermano mayor de la ermita de San Miguel, el contrato de ejecución de “un retablo para el altar del Espíritu Santo sito en la mencionada ermita”.
El retablo contendría un medio relieve que representara a la tercera persona de la Santísima Trinidad, la habitual paloma.
Este importante dato, la firma del mayordomo y hermano mayor de San Miguel, nos revelaría la ubicación de la extinta Hermandad de las Benditas Almas del Purgatorio, cuya imagen titular era el lienzo conservado en la parroquia de Santa Catalina, que preside el Arcángel.
Las hermandades de ánimas tienen su origen desde muy antiguo y su labor era el enterramiento y la sepultura de sus miembros así como de los menos favorecidos, esto justificaría los diversos relatos de vecinos del barrio que aseguran la existencia de enterramientos u osarios a espaldas de la capilla.
Desde la época medieval se hizo habitual la construcción de capillas, realización de esculturas o lienzos que eran colocadas a las puertas o entradas, no solo de iglesias, también de las propias ciudades, pues para la tradición popular San Miguel era el protector de las puertas del cielo y el camino hacia Él. Según los escritos de los Padres de la Iglesia, él fue el querubín que se quedó en la entrada del Paraíso. El origen de esta interpretación está en las escrituras: “para guardar el camino del árbol de la vida”, Génesis 3,24.
El nombre de capilla de San Miguel pudo deberse a su función de custodiar la puerta y camino cuyo sendero partía hacia Cádiz.
A finales del siglo XVII, el tío de don Miguel Calderón de la Barca, el prebendado de la Santa Iglesia Catedral de Cádiz y provisor de su obispado, dejó asignada, antes de morir, una
“dotación anual para el maestro de la escuela de primeras letras de la ermita del Espíritu Santo”, por lo que el “colegio de primaria” de la Villa estaría situada allí, aunque no sabemos desde cuando.
Por algún motivo, puede que la desaparición de la hermandad de Ánimas, el nombre de la capilla lo ocupó el elemento principal del retablo elaborado por Villegas, hoy también
desaparecido, pasando a llamarse “del Espíritu Santo”.
Grande es el interrogante documental desde la época, antes referida, hasta que aparecen nuevos datos referentes a la capilla.
Parece ser que desde comienzos del siglo XX el templo se
abandonó hasta que durante la guerra civil sirvió como alojamiento de tropas y armas, y en los años 40, como almacén de pertrechos de pesca.
En las actas plenarias municipales del 13 de agosto de 1960, el ayuntamiento firmó un contrato de arrendamiento con el cura ecónomo para el traslado de la escuela de párvulos desde la desaparecida capilla de la Vera Cruz (actual plaza del arco De la Villa) a un edificio de “reciente construcción” anexo a la nave del templo. Entorno a esos mismos años se volvió a recuperar la actividad religiosa para ofrecer este sirvió a los niños que allí aprendían a leer y escribir.
El cese de la escuela llegó con la democracia y la creación de escuelas públicas y laicas y la creciente demografía.
La capilla del Espíritu Santo, antaño de San Miguel, no solo tiene el mérito de ser la capilla conservada más antigua de la localidad, también ostenta este “premio” la campana que sujeta su espadaña, de 1632.
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| La ermita en 1727 |




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